La protesta contra l’entrada a presó dels consellers de la Generalitat cessats pel govern espanyol ha continuat divendres al matí a Molins de Rei amb un tall de l’autopista B-23. Era una protesta convocada pel Comitè de Defensa de la República en què ha participat l’alcalde, Joan Ramon Casals, i regidors de CDC i la CUP.

Ja ho van fer el dia de l’aturada de país del 3 d’octubre, i tot just un mes després, aquest divendres 3 de novembre, hi han tornat. 150 molinencs han tallat l’autopista B-23 al seu pas per Molins de Rei en direcció Barcelona. Si en l’anterior ocasió va ser per rebutjar la violència policial del referèndum, aquest cop ha estat contra l’empresonament dels consellers cessats, i també pels Jordis.
La primera reacció a aquesta decisió, més multitudinària, va ser el mateix dijous a la tarda, quan els centenars de persones que van participar a la manifestació en rebuig dels empresonaments va acabar tallant el pont de la N-340. Aquest matí l’afluència no ha estat tant massiva: eren 150 persones, però la conseqüència ha tingut més impacte perquè ha quedat tallada l’autopista, encara que només en un sol sentit.

El tall ha estat a les 9:30 i ha durat mitja hora. Estava convocat pel Comitè de Defensa de la República (CDR), la plataforma assembleària que està liderant les protestes els darrers dies, en una decisió que es va prendre a la mateixa manifestació de dijous juntament amb ANC i Òmnium.

Entre els assistents que han tallat l’autopista hi havia l’alcalde de Molins de Rei, Joan Ramon Casals (CDC) -que va animar a participar en el tall a través de les xarxes socials-, així com el regidor convergent Anton Pedrola i Laura Munt, de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP).
Encapçalats per una pancarta amb els lemes ‘Llibertat preses polítiques’ i ‘No ens aturaran’, els assistents han cridat consignes com “Li diuen democràcia i no ho és”, “Davant la dictadura el poble no s’atura”, “No hi som totes, falten les preses”, “Vaga general” i “155 PSC”. Tampoc ha faltat el crit que més s’ha repetit els darrers dies: “Els carrers seran sempre nostres”. Les protestes seguiran en les properes hores: hi ha una nova concentració convocada aquest divendres a la tarda.
Fotografies: Jordi Julià
Mientras unos cuantos fanáticos cortaban la autopista, un servidor y su hámster
estábamos retozando entre las sabanas para celebrar que estaban en el trullo
los golpistas.
Consumada la copula, mi hámster, mientras se fumaba un cigarrillo, me preguntaba extrañado
cómo es posible que esos humanos continuaran fanatizados y convencidos de semejante marcianada, habida cuenta que era de dominio público el manifiesto engaño del “pruces” pacífico y happy flower, indoloro, sin costes y su república-Matrix inexistente además del flagrante incumplimiento respecto a las
fechas para la llegada de su república bananera que sus líderes les ofrecían.
(Mi hámster se acordaba de esos contadores en los balcones de faltan tantos días para la república
y demás hitos históricos prometidos pero nunca cumplidos).
Con ternura mire sus negros ojillos y comprendí que la psicología social quedaba fuera del
alcance de los roedores, por lo que mi hámster era incapaz de entender que mis fanáticos vecinos, viven “El pruces” como una secta al uso.
Aun así y dada mi erudición en ciencias de las religiones, me dispuse a explicárselo con un símil.
Os lo explico a vosotros a ver si sois capaces de establecer paralelismos, (aun a sabiendas de vuestras carencias cognitivas).
Corría el año 1954 cuando un psicólogo social, Leon Festinger, realizó un interesante experimento sociológico:
Infiltro a unos colaboradores suyos en una pequeña secta de culto ufólogo que había en Chicago.
El grupo, que estaba dirigido por una mujer, creía que el fin del mundo iba a tener lugar el 21 de diciembre de 1954; pero lo más importante, al menos para ellos, es que estaban convencidos de que horas antes del apocalipsis una nave extraterrestre iría a recogerlos para salvarlos y conducirlos al planeta Clarion.
El experimento permitió observar como los creyentes reaccionan ante el fallo de la profecía.
Llegada la noche antes del fin del mundo, el grupo de creyentes se reunió durante horas esperando la llegada de los marcianos…
Pero obviamente, los marcianos y sus naves no aparecieron, a pesar de sus insistentes canticos, alabanzas y lo detallado de la profecía.
La profeta, al ver la cara de estupor de los creyentes cayó en trance y les dijo que acababa de tener una visión y que la divinidad marciana le había comunicado que gracias a la intensa vigilia del grupo, había decidido darle más tiempo al mundo antes de destruirlo.
Los creyentes no sólo se fueron contentos a casa. Además, redoblaron sus esfuerzos para tratar de extender su mensaje y convencer a más gente de la veracidad de aquello que se acababa de demostrar
falso.
Esta reacción era la que habían previsto los investigadores. La hipótesis confirmada era que, al producirse un fallo evidente de la profecía, los creyentes iban a hacer lo posible por aferrarse a ella.
Sobre todo cuanto mayor fuera su inversión en la creencia, cuantas más cosas hubieran hecho que fueran difíciles de revertir, como lo eran, en aquel caso, dejar trabajo, estudios y familia, o entregar dinero y posesiones.
Para esas personas, la manera de lidiar con el trauma de la profecía fallida era conseguir alistar a más gente.
Cuanto más apoyo social tuviera la marcianada después de muerta, más podían convencerse de que a pesar de todo era verdad.
Es lo que en psicología social se conoce como teoría de la disonancia cognitiva.
Mi hámster no tardó mucho en establecer paralelismos.
¿Serán capaces los garulos de mis convecinos de hacerlo?.
Por cierto, la secta sujeto de estudio, no se hundió por el fracaso de la profecía, pero sí porque la profeta, ante la posibilidad de ser detenida e internada en una institución psiquiátrica…. huyó.
¿Más coincidencias?.
Pablo , “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces” , seguro que eres impotente y la sangre no te llega a lo viril.. Estás como una chiva, y tu cerebro no llega ni a el del hamster. Para que los catalanes consigan la independencia, vale más que se entretengan en cortar carreteras que pegarnos a tiros, que és lo que desean que hagamos los de Madrid, para que la Guardia Civil no se quede en el paro como ocurrió en el Pais Vasco.